
Los Millennials y la Generación Z lideran las compras impulsivas en internet
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En la era digital, la tentación de deslizar la tarjeta de crédito es más fuerte que nunca. Con solo unos clics, cualquier deseo material puede ser satisfecho casi instantáneamente. Esta moderna conveniencia, aunque encantadora, ha conducido a un notable aumento en las compras impulsivas, especialmente entre las generaciones Millennial y Z. Un reciente estudio realizado por Bankrate, que encuestó a más de 3,500 individuos, revela cifras que pueden ser motivo de preocupación y reflexión.
Según el estudio, el 60% de los miembros de la Generación Z y el 61% de los millennials admitieron haber realizado compras impulsivas a través de las redes sociales en el último año. En contraste, las generaciones mayores demostraron ser menos propensas a este comportamiento impulsivo, con un 42% de la Generación X y un 34% de los baby boomers admitiendo compras impulsivas en línea durante el mismo periodo.
Sin embargo, la historia no termina aquí. La encuesta también exploró el remordimiento posterior a la compra, descubriendo que aquellos que gastaban menos en compras impulsivas eran los que más remordimiento sentían. Los baby boomers, que gastan un promedio de 418 dólares al año en compras impulsivas en las redes sociales, mostraron una tasa de remordimiento del 62%. Por el contrario, los millennials, quienes lideran el gasto impulsivo con un promedio de 1,016 dólares anuales, experimentan una tasa de remordimiento del 55%. La Generación Z, que gasta un promedio de 844 dólares, se arrepiente más que los millennials con una tasa del 58%.
La 12ª encuesta anual 2023 de Deloitte sobre la Generación Z y los millennials amplía esta narrativa, exponiendo una correlación entre las redes sociales y la presión financiera. Más de la mitad de la Generación Z y casi la misma proporción de millennials admitieron que las redes sociales los incitan a comprar cosas que no pueden permitirse, a pesar de la gran ansiedad financiera y las preocupaciones sobre el costo de vida actual.
Estas compras impulsivas en línea podrían estar enmarcadas dentro de una cultura de gratificación instantánea cultivada para combatir las inseguridades existenciales y financieras que surgen al crecer en un período de cambio climático y capitalismo tardío. Las abrumadoras deudas estudiantiles y el esquivo sueño de la propiedad de vivienda parecen montañas insuperables para muchos, haciendo que las compras menores parezcan gotas insignificantes en el océano de las responsabilidades financieras.
El panorama delineado por estos datos sugiere una necesidad imperante de promover una educación financiera sólida y una cultura de consumo consciente entre las generaciones más jóvenes. Con las redes sociales entrelazando cada vez más el comercio en la vida cotidiana, comprender y controlar los impulsos de compra se vuelve crucial para garantizar una salud financiera sostenible en un mundo digitalmente impulsado.